01-02-1987: Elsa Fabregas: «Esta profesión está cambiando para mal»

El 1.02.1987 el periódico DIARIO16 publicó un reportaje titulado ‘Dobladores en España: Una profesión tradicional y con sueldos millonarios’.

ELSA FÁBREGAS: «LA PROFESIÓN ESTÁ CAMBIANDO PARA MAL»

 La veterana actriz, Dña. Elsa Fábregras, con 53 años al servicio del doblaje, primero durante el franquismo y luego en democracia, es una de las citadas con imagen en el reportaje junto a D. Miguel Ángel Valdivieso y D. Camilo García.»Después de cincuenta años en la profesión del doblaje, a Dña. Elsa Fábregas le parece que la profesión ha cambiado para mal. Porque ahora se dobla con demasiadas prisas, ya no hay tanta ilusión como en los viejos tiempos y el trabajo se ha mecanizado. También hay un pequeño detalle molesto en las películas que se doblan hoy en día: «Antes se hablaba con educación, pero ahora hay veces que tenemos que decir los tacos más horrendos. (…) Para mí el mejor doblador es el que desaparece en cada personaje y se transforma. Yo procuro hacerlo. Me adapto mucho y por eso he podido hacer personajes tan distintos».

01-02-1987: ¿Doblaje, profesión de sueldos millonarios?

El 1.02.1987 el periódico DIARIO16 publicó un reportaje titulado ‘Dobladores en España: Una profesión tradicional y con sueldos millonarios’.

EL SALARIO DE LOS ACTORES DE DOBLAJE, UNA PROFESIÓN «NECESARIAMENTE ANÓNIMA»

«Los dobladores ganan mucho dinero, pero nadie salvo en medios profesionales. Les conoce. El doblaje es un arte necesariamente anónimo. (…) Un doblador gana mucho dinero: 4.000 pesetas cada vez que acude a un estudio y 300 por ‘take’, cada trocito de película doblado. A ninguno le gusta halar de sus finanzas particulares, pero son muchísims los ‘takes diarios, entre películas, series de televisión y vídeos. Un millón de pesetas al mes no es una cifra exagerada para un doblador de tipo medio».

Además añade que «Hay una especialidad supercotizada, la de los locutores de publicidad, que cobran 50.000 pesetas por poner la voz a un spot de unos pocos segundos. Y se pueden hacer muchos de esos spots en un solo día».  El reportaje, firmado por Dña. Silvia Llpopis, justifica que los elevados salarios se deben a que el trabajo no es fácil. porque hay que dar sentido a las frases y ajustarla a los segundos exactos.

10-03-1985 – Reportaje sobre el doblaje de Pedro Sorela: críticas a ‘My Fair Lady’ o a ‘La Elección de Sophie’

El reportaje de EL PAÍS firmado por Pedro Sorela incluía las críticas al doblaje por ‘censurar’ en películas que ya se habían mencionado en reportajes anteriores, pero además acusaba al doblaje de perder matices que tenían las interpretaciones originales. Señalaba como ejemplo ‘My Fair Lady’ o ‘La elección de Sophie’. Pero además acusaban al doblaje de cometer importantes errores de traducción en películas como ‘Reds’ o una de Ágata Christie. Eso sí, en este reportaje por primera vez EL PAÍS se citó con nombres, apellidos y foto a actores de doblaje (María Massip, Fernando Rey o María del Puy) y se contó con el testimonio de otros dos. Intervino Claudio Rodríguez y Félix Acaso a favor del doblaje, mientras que el productor de cine español Alfredo Matas y el actor de cine español Roberto Llamas se posicionaban en contra del doblaje.

OK, VALE (Por Pedro Sorela)

Para explicarle a un extranjero hasta qué punto está implantado el doblaje en España bastaría con decirle que en este país se proyectó en castellano My fair lady (Mi bella dama), la película inspirada en la obra Pigmalion, de George Bernard Shaw, que como saben quienes la han visto trata sobre el aprendizaje del inglés culto por una florista. Es un asunto, el del doblaje, que suele levantar pasiones en España, donde ha llegado a imponer un lenguaje. El vale, según la traductora Esther Benítez, proviene de la necesidad de encontrar un vocablo castellano equivalente al frecuente okay, y los españoles conocieron el significado de bemoles -que existía pero nadie usaba- a causa de una idea pacata de la traducción.

Sus defensores argumentan que es un servicio para la inmensa mayoría de espectadores que sólo hablan castellano, y, además -dicen-, la técnica alcanzada en España es impecable. Para sus detractores puede ser una censura y, en cualquier caso, se trata de una manipulación que traiciona el trabajo de los artistas.El franquismo dio razón a los críticos. Además de la siempre citada manipulación de Mogambo, donde el doblador-censor convirtió a una pareja de amantes en hermanos, otras menos conocidas son la que se perpetró en Pierrot el loco, de Jean Luc Godard, en cuyo comienzo una voz inexistente en el original advertía del carácter único de ese loco subversivo, o el olvido de mencionar que el personaje de Orson Welles en La dama de Shanghai había combatido en las Brigadas Internacionales durante la guerra de España. Por si alguien dudara del carácter político del doblaje, no sólo moralizante, baste recordar que la la revista Primer plano, portavoz del régimen en esta materia, reservaba para el cine, como objetivo «trascendental y apremiante», el «conservar la pureza del idioma castellano en todos los ámbitos el imperio hispánico.»

Lo de la pureza es discutible, pero es posible que esta política haya contribuido a un fenómeno conocido por todos: el español parece tener especiales dificultades para los idiomas, quizá porque no ha podido, como en otros países, familiarizarse con otras lenguas a través del cine.

Que los españoles partidarios el doblaje son mayoría lo demuestran los hechos. Según el empresario cinematográfico Alfredo Matas, la película en versión original con subtítulos tiene en España muchas cartas para fracasar. Y si algunos locales de versión original ganan dinero es porque convocan a unos espectadores con una mentalidad de arte y ensayo.

‘Sacrilegio’

Matas, que considera el doblaje como «un sacrilegio, pues le quitan al actor la mitad de su actuación», se muestra pesimista sobre la posibilidad de que la versión original arraigue en España, pese a una ley del cine que favorece la importación de estas películas, y como única salida propone el ejemplo francés, entre otros, donde se exhiben los filmes en las dos versiones.

La antipatía del público español por las versiones originales se extendería al propio castellano pronunciado con un acento que no sea de la península. Argentinos y mexicanos tienden a no aceptar las películas con acento castellano y en España ocurre algo parecido, aunque palabras como macho -observa el director José Luis Borau-, se han impuesto por el cine mexicano. Borau considera el de los acentos «un falso problema». «Es mentira porque en los años 30 las películas españolas recorrían toda Suramérica con éxito completo.»

Con la normalización lingüista en España, la Generalitat se propuso la difusión prioritaria de películas dobladas al catalán, pero de los cerca de 500 títulos anuales sólo son traducidas dos o tres cinTAS, Y ÚNICAMENTE 7 U 8 SON PRODUCCIONES EN ESTE IDIOMA. EL CANAL DE TELEVISIÓN AUTONÓMICO TV3 EMITE EN CATALÁN Y PROGRAMA PELÍCULAS Y SERIES ENTRE LAS QUE DESTACA DALLAS.EL ‘PAPA’ ALEXANDER POPE UNO DE LOS FALLOS FRECUENTES EN EL DOBLAJE ES, CON TODA EVIDENCIA, QUE EL TRADUCTOR DEL GUIÓN NO HA VISTO LA PELÍCULA, SEGÚN PIENSA LA TRADUCTORA ESTHER BENÍTEZ. EN REDS, EL HÉROE, SABEDOR DE QUE A DIANE KEATON LE GUSTAN LAS AZUCENAS, LE LLEVA UN RAMO. PERO COMO EL TRADUCTOR HABÍA LEÍDO WHITE LILYS, QUE ES COMO SE LLAMAN EN INGLÉS LAS AZUCENAS, TRADUJO POR LA VÍA RÁPIDA: FILAS BLANCAS. NO HACE MUCHO 

PROYECTARON EN TELEVISIÓN UNA PELÍCULA DE AGATHA CHRISTIE EN LA QUE SE HACÍA MENCIÓN DE ALEXANDER POPE. EN LA VERSIÓN CASTELLANA TERMINÓ CONVERTIDO EN… «EL PAPA ALEJANDRO». LA TRADUCCIÓN ES EN TODO CASO INSOSLAYABLE, PUES SERÍA IMPENSABLE LA PROYECCIÓN DE PELÍCULAS SÓLO EN VERSIÓN ORIGINAL. PARA JOSÉ LUIS LÓPEZ MUÑOZ, TRADUCTOR DE FAULKNER Y SCOTT FITGERALD, Y EN CIERTA OCASIÓN DE UN GUIÓN DE PASSOLINI, EL SUBTÍTULO «NO TRADUCE TODO LO QUE SE DICE, PERO LO QUE SE DICE SIGUE ESTANDO AHÍ». EL ACTOR ROBERTO LLAMAS CONSIDERA QUE LA AVERSIÓN A LOS SUBTÍTULOS ES UNA FORMA DE SEMIANALFABETISMO, PUES REVELA ESCASA PRÁCTICA EN LA LECTURA. LLAMAS HA TRABAJADO EN DOBLAJES AUNQUE NO CREA EN ELLOS. NO ES EL CASO DE CLAUDIO RODRÍGUEZ, AHORA UN POCO RETIRADO PERO EXPERIMENTADO ACTOR Y DIRECTOR DE DOBLAJE, Y ORGULLOSO DE ELLO. EN SU OPINIÓN, LA TÉCNICA ESPAÑOLA ALCANZÓ EN SU DÍA UN ALTÍSIMO NIVEL DE CALIDAD, QUE SE HA PERDIDO, RECONOCE, AUNQUE EN CIERTAS PELÍCULAS, COMO FANNY Y ALEXANDER, DE BERGMAN, SE REALIZARA A SU JUICIO OK, VALE un «trabajo perfecto». La pérdida del rigor se debe a la escasa exigencia del comprador, léase distribuidor, y en última instancia del público. En ello coincide María Massip, que responsabiliza de esa pérdida de calidad a un incremento considerable del trabajo -es un sector en expansión- y a la avalancha del vídeo. En éste sí que no se exige casi nada.El trabajo de doblaje se mide en takes. El take sirve para pagar al actor, que trabaja a destajo a partir de un mínimo de unas 2.800 pesetas por lo que llaman bajada de bandera, y para dividir las secuencias: abarca unas cinco líneas de guión. Hace 20 años, un actor de doblaje realizaba unos 40 takes, que preparaba, en una jornada de trabajo. Hoy se puede completar el trabajo con una película media -unos 220 takes- en una jornada doble. Esto es, en 13 horas, con el consiguiente riesgo para la calidad.

Logros perdidos

La inercia del doblaje ha privado al espectador español de auténticos logros en la voz y el sonido. Meryl Streep preparó durante seis meses el acento de inmigrante polaca a Estados Unidos, que centró su interpretación en La elección de Sophie (Sophie’s choice), en busca de un sonido específico que, obviamente, no pudo igualar su traductora.

Los espectadores españoles se quedaron sin apreciar el inglés excepcional de Rex Harrison en Mi bella dama, donde también se traducían las canciones, al igual que en Mary Poppins, West Side Story y Cantando bajo la lluvia.Ejemplos recientes de este tipo de pérdidas han sido la proyección en TVE, el 22 de diciembre, de Capitanes intrépidos, en la que no se pudo apreciar la célebre interpretación por Spencer Tracy de un marinero portugués, lo que le valió un óscar, y La sombra del actor, en la que Albert Finney y Tom Courtenay jugaban, de forma memorable, con los matices de diversas interpretaciones. Pero esa escuela británica de actuación, contenida pese a las apariencias como recordaba Laurence Oliver no hace mucho en TVE, es difícilmente trasladable a un estudio en el que esforzados y no tan esforzados actores intentan reproducir a destajo ideas, matices y sonidos inspirándose en los gestos y movimientos labiales de unos personajes que observan la mayor parte de las veces en pantallas de televisión.

Prestamos todo terreno

Tras la traducción del guión, en el doblaje, se adapta el diálogo, y se elige a los actores. Antes la industria se permitía contratar a técnicos exclusivos para ciertos actores famosos. Ahora una voz puede reproducir otras muchas, incluso célebres. Ése es el caso de María Massip, por poner un ejemplo, que con su voz sugerente ha imitado las de Rita Hayworth, Claudia Cardinale, Virna Lisi, Jacqueline Bisset, e Ingrid Bergman en la versión reactualizada que hizo TVE de Casablanca. María Massip, que se muestra comprensiva con esta costumbre desde un punto de vista social, prefiere, como actriz, el sonido directo. La serie de televisión Las tres hermanas, de Chejov, en cuyo doblaje participó, «era una maravilla» en la versión original, según dice ella misma, y lamenta que no se pueda escuchar directamente a un Laurence Olivier.El doblaje que Fernando Rey hizo de Olivier, en su interpretación de Hamlet, le valió el agradecimiento del actor británico y el regalo de un disco con el monólogo de To be or not to be.Fernando Rey y Alfredo Landa, que hicieron doblaje durante un tiempo, lo han abandonado tras su éxito en el cine, pero según Félix Acaso, director y actor de esta técnica, son muchos los actores conocidos que la siguen practicando, aunque casi nunca en papeles protagonistas. Entre ellos, Mercedes Sampietro, Juanjo Menéndez, Emilio Gutiérrez Caba, Ana Mariscal, Paco Valladares, Lola Herrera, Nuria Torray, Eduardo Fajardo, Conchita Goyanes, Manuel Zarzo y Ramiro Oliveros, Antonio Ferrandis, José Bódalo, Amparo Baró, además de Valeriano Andrés, José María Cafarell, Jesús Puente, Julio Núnez y Ángel Picazo.

María del Puy es la voz frecuente de Shirley Maclaine y Liza Minelli, según informó Félix Acaso, quien ha doblado a infinidad de actores -Gary Cooper, Robert Mitchum y James Stewart entre otros-, además del personaje de Lord Bellamy en la serie Arriba y abajo, y a Rock Hudson en la serie Macmillan y señora. Los actores Peter O´Toole, Martin Sheen (el John Kennedy de la reciente serie de TVE), Robert Wagner y Anthony Perkins han sido reinterpretados por Diego Martín, y Paco Arenzana ha sido, en castellano, Marlon Brando, Kirk Douglas y Spencer Tracy en versiones recientes.

11-10-1982 – Reportaje de ‘El País’: ¿El doblaje una traducción o una adaptación censora?

 ARTÍCULO ÍNTEGRO

Continúan la censura y manipulaciones en el doblaje cinematográfico (por Diego Galán)

Las recientes reposiciones de películas en locales comerciales y televisión han puesto de relieve, una vez más, las censuras y manipulaciones a que han estado sometidas las películas dobladas, que han llegado a formar un lenguaje específico. Los clásicos ejemplos de Mogambo, El puente de Waterloo o Las lluvias de Ranchipur son una mínima parte de los pequeños y continuos cambios que sufren las versiones originales al pasar por el doblaje, desde los años cuarenta.

Todo empezó en 1941, cuando se dispuso que sólo podía hablarse y oírse el castellano. Ninguna otra lengua, extranjera o española, sería aplicable al cine, como tampoco lo era a nombres de establecimientos o personas: «Entre los objetivos concretos de la gran misión hispánica reservados al cine, ninguno más trascendental, ninguno de necesidad más inmediata y apremiante que el de conservar la pureza del idioma castellano en todos los ámbitos del imperio hispánico», decía la revista Primer Plano, portavoz indiscutible de la política oficial cinematográfica de los años cuarenta.El doblaje, pues, impidió que los españoles conocieran las voces originales de los actores y, lo que es aún peor, se enteraran realmente del contenido de muchas películas. Aunque es bien cierto que los subtítulos son también capaces de deformar la realidad de cada texto, la trampa del doblaje es aún más eficaz.

La censura, por tanto, no dudó en utilizarlo: si el caso de Mogambo, donde los componentes de un matrimonio se transforman en hermanos para impedir el pecado de adulterio, fue uno de los más populares, escandalizando y divirtiendo a la vez a los espectadores españoles del momento, otros muchos casos, más ignorados pero igualmente grotescos, salpicaron hasta muy recientemente la exhibición en España de películas extranjeras: no ya sólo el de la transformación profesional que sufrió Vivian Leigh en El puente de Waterloo, pasando de prostituta a actriz, o el obligado matrimonio de Ingrid Bergman en Arco de triunfo, que mientras movía negativamente la cabeza pronunciaba un castellanísimo sí, o la falsa muerte de Michael Rennie en Las lluvias de Ranchipur,que la censura española consideró más justa que la simple herida que recibía en la versión original, para permitir así que su adúltera esposa, Lana Turner, pecara menos.

Se trata, sobre todo, de la cantidad de pequeñas pero trascendentes manipulaciones sufridas en casi todas las películas, dobladas de forma que se haya llegado incluso a la creación de un lenguaje típicamente cinematográfico que nada tiene que ver con la realidad de los españoles que se expresan en castellano.

Auténticos artistas

La experiencia de los años convirtió a los censores en auténticos artistas, sobre cuya creatividad habrá que hablar elogiosamente en algún momento: despreciaron olímpicamente la lógica de los guionistas, la fuerza de unos diálogos laboriosamente trabajados, la importancia de secuencias y acontecimientos que daban a las películas todo su sentido.

Los censores, con una técnica depuradísima, hicieron de cualquier película extranjera una apología del sistema político español y de sus más que conocidos valores morales. Por su parte, los actores de doblaje, auspiciados por este sistema y partícipes, por tanto, de tan sabrosa industria, continuaron la inventiva, de los censores en un sistema de trabajo (aún vigente) que les hace prestar sus voces a unos personajes que ignoran.

Todo este mecanismo ha diferenciado, una vez más, a España de los demás países europeos donde también se utiliza el doblaje. Es frecuente en esos -pocos- países donde el doblaje impera que los distribuidores ofrezcan a la vez una copia subtitulada para que cada espectador elija la versión que corresponde a sus gustos.

Aquí, en cambio, no. Incluso, como ya se ha comentado, la picaresca de muchos distribuidores hace que aquellas viejas películas dobladas bajo el imperio de la censura vuelvan ahora a las pantallas españolas sin la necesaria puesta al día. Mogambo, sí: fue corregida hace unos años y repuesta cada verano con su adulterio original incluido. Pero es más frecuente, sin embargo, que la comodidad, la inercia o el simple ahorro de un nuevo doblaje resucite la vieja censura, aunque los precios de taquilla respondan a épocas democráticas.

Ocurre otro tanto con las películas que se emiten en televisión, que no tienen muchas veces el detalle de corregir los errores pasados, aunque fuera sólo en subtitular las canciones de películas musicales cuya letra es básica para la comprensión de la historia. El astuto ahorro que en su día hicieron los distribuidores, considerando que al público no le interesaba la película por la que había pagado su entrada, se prolonga ahora ante una audiencia considerable que no tiene más opción que la de consumir el producto tal y como se le ofrece.

La censura del doblaje, pues, no ha muerto. Irrecuperables son ya las películas españolas tergiversadas por las versiones impuestas por los censores; pero no puede decirse lo mismo de esas películas extranjeras que nos siguen llegando hoy con las mismas limitaciones, con el mismo espíritu represivo que hizo de este país el más castigado de Europa occidental. Donde antes había siempre prohibición, ahora hay pereza, oportunismo o falta de imaginación: el resultado, para el espectador cinematográfico, es el mismo.

18-02-1982: Reportaje de Juan Antonio Cabezas sobre el doblaje «luminosa perfección»

 El reportaje íntegro:

EL DOBLAJE: UNA PROFESIÓN EN LA SOMBRA

Cerca de trescientos profesionales dedicados a la traducción sonora

El ‘doblaje’, traducción sonora y sincrónica de los diálogos de un filme rodado en otro idioma, nació hace cincuenta años de dos necesidades: una comercial y otra técnica. El cine sonoro hacía indispensable la traducción hablada, que en el mudo se suplía con los letreros. Esto dio lugar a la nueva profesión que se denominaría ‘doblaje’, en vez de traducción sonora. Se inició en 1931, cuando las grandes productoras americanas instalaron en las cercanías de París un pequeño Hollywood para producir películas sonoras con destino a los mercados de Hispanoamérica. Para ‘doblarlas’ buscaron actores españoles.

En el actual estudio de doblaje Exa encontramos a la actriz de teatro doña Irene Guerrero, viuda del que fue popular actor de nuestro cine Félix

Fernández. Ella formó parte del primer grupo de actores españoles, contratados en 1931 para ir a París a iniciar lo que entonces era una profesión desconocida: traducir del inglés al castellano las voces de los principales actores norteamericanos de la época. Aún recuerdo doña Irene algunos de los que fueron sus compañeros en la aventura de París. Además de su difunto esposo estuvieron en arís la actriz asturiana Margarita Robles, que dobló varios años a Greta Garbo; su esposo, el también actor y más tarde director de cine Gonzalo Delgrás; Teófilo Palou, José Nieto y algunos más, cuyos nombres ha olvidado doña IRene. También recuerda que el director de diálogos era el joven Luis Buñuel, que aún no había dirigido ‘El perro andaluz’.

La aventura duró tres años. Fracasado el intento se cerraron los estudios parisienses y nuestros actores – pioneros del doblaje – volvieron a Madrid para continuar trabajando en el teatro y en el entonces modesto cine español, hasta que la guerra civil cambió sus objetivos.

El Doblaje Combatido

El diccionario Espasa, en la pabra ‘cinematografía’, dice que «en 1941 al tiempo que se establecía la censura de guiones, se comete el grave error de autorizar el doblaje de películas extranjeras». El cine empezaba a ser en España, como en todo el mundo civilizado, síntesis expresiva y estética de la sensibilidad de nuestro tiempo. Se dijo entonces que el doblaje, al introducir un cine extranjero en español, hacía una peligrosa competencia a la producción nacional, que atravesaba en aquellos añs, una aguda crisis de crecimiento. Pronto se vio que lo mismo podía ocurrir con el teatro y la novela, pese a lo cual a nadie se e ocurrió prohibir la traducción de las obras teatrales o novelescas. Hoy ni el cine, ni mucho menos la televisión podrían cubrir sin el doblaje sus exigentes programaciones.

En la calle de Sagasta funciona la Asociación Profesional de Actores de Doblaje de Madrid (APADEMA), cuya secretaría desempeña un actor de teatro muy conocido en la profesión: D. Emilio Menéndez. Según nos informa, entre asociados y no asociados, se calcula que existen unos doscientos profesionales del doblaje en Madrid y unos setenta en Barcelona. Menéndez nos orienta hacia los tres principales estudios de doblaje (hay algunos más) en los que constantemente se dobla cine extranjero, cine español y, sobre todo, series para Televisión Española.

Los Dobladores y sus fantamas

En la pantalla, frente a los atriles de los dobladores se mueven sombras humanas de distinto sexo que gesticulan y hablan en idioma desconocido. Son los fantasmas que cada doblador ha de humanizar. Hacerlos inteligibles para el espectador de la grande y pequeña pantalla. El actor-doblador, además del guión – teto traducido que tiene sobre el atril – ha de interpretar el tono de voz, el énfasis, la alegría o el llanto de su personaje. No basta con repetir las palabras traducidas y ajustadas a la sincronía, que exigen los labios del actor. El doblador ha de interpretar los sentimientos y las actitudes que demnda la acción en cada momento. Los distintos estados de ánimo por los que pasa el actor, de acuerdo con la acción dramática, para que éstos se transmitan al espectador. Para que la traducción sonora resulte perfecta.

En las activas penumbras de los tres estudios que visitamos (CineArte, Exa y Arcofón), todos los cuales trabajan más del cincuenta por ciento para Televisión Española, encontramos actores-dobladores en plena actividad. En el estudio CineArte, Héctor Cantolla, cuya voz recordamos del ‘Herodes’ de Oscar Wilde y de ‘Juanito Santa Cruz’ en ‘Fortunata y Jacinta’ nos presenta a sus compañeros: María Luisa Moreno, que presta su voz a la histérica ‘Señora Oleson’, de ‘La casa de la Pradera’; Ana Ángeles, que dio su voz a una de ‘Los ángeles de Charlie’; Ramón Ramírez, que dobló al sargento de ‘Holocausto’, Juan Lombardero que dobló al ‘Lobo dle Pirineo’ en la serie medieval, que tanto disgustó a los navarros. A José Guardiola, que reiteradamente presta su voz al inolvidable Anthoy Quinn. Y Javier Franquelo, que dobló el principal personaje de ‘Hombre rico, hombre pobre’…
En el estudio Exa, bajo la dirección de don Francisco Sánchez, además de doña Irene Guerrero en su ‘Tía Polita’ en la serie Tom Sawyer, encontramos a Conchita Núñez, a quien todos recuerdan por la voz de la rubia ‘Davinia’, la mujer de negocios de ‘La Fundación’. Y a doña María Saizar, que en repetidos filmes ha prestado su voz a Sofía LOren y la inolvidable ‘Señorita Rotenmeyer’ de la serie japonesa ‘Heidi’.

Finalmente en el estudio Arcofón nos sirve de orientador en la penumbra el poeta y maestro de la profesión Rafael de Penagos, del que recordamos la voz de Cervantes en la serie televisiva infantil de Jesús Delgado «Don Quijote de la Mancha». Penagos me obsequia con su último libro de poemas – «Declaración de equipaje» – y me presenta al director y actor Jesús Nieto, que un día hiciera una verdadera creación en el doblaje del famoso ‘Teniente Colombo’. A Rosa Mary Belda, que dobla a Judy Garland; a Ricardo Tundidor, que entre otros famosos prestó su voz a Maurice Chevalier; a Juan Antonio Castro, que dobló la serie de Harold Lloyd y prestó su voz al inefable ‘Señor Roper’.

Hoy el doblaje español ha llegado a una perfección que permite la traducción sonora con admirable sintonía. Con esto se descubre que el doblaje ha conquistado desde la sombra una luminosa perfección.

Juan Antonio Cabezas

07-08-1980 – ¡Ojo con el doblaje! (Por Diego Galán)

 El prestigioso crítico cinematográfico de la revista TRIUNFO primero y el diario EL PAÍS, fue uno de los primeros críticos en hacer referencia al doblaje de películas y, en su caso, como fuerte detractor de esta práctica y partidario del doblaje en versión original. Aquel pensamiento, no obstante, no logró convencer al Gobierno UCD que tenía miedo de enfurecer a un público acostumbrado a ver las películas en su idiomas y la presión de las productoras internacionales que sabían que parte de su éxito se debía a que las películas se emitieran en castellano.

OJO CON EL DOBLAJE

Es cierto que el cine español, fundamentalmente desde el famoso decreto «protector» de noviembre de 1977, está amenazado seriamente. Es cierto también, como varios grupos parlamentarios opinan, que son necesarias medidas drásticas, definitivas y generales que acaben con esa crisis y, por tanto, con la amenaza de amordazar tan importante medio de cultura. Es cierto, en fin, que no se trata de una broma ni de la protesta alegre de unos profesionales, prácticamente en paro.Sin embargo, en ocasiones se proponen medidas cuya eficacia puede ser discutible. En los últimos días, por ejemplo, se ha vuelto a plantear la posibilidad de exigir la supresión del doblaje para películas extranjeras, reservando así la comprensión de los diálogos castellanos a películas españolas o latinoamericanas. Sería esta una forma de devolver al cine español lo que era suyo antes de 1941. Fue en aquel año cuando se decidió implantar el doblaje como medio patriótico de «defensa del idioma español» a semejanza de decretos similares dictados en Italia por Mussolini. La medida no sólo afectó al cine, sino, como se sabe, a nombres de establecimientos públicos y a nombres propios que no fueran castellanos: «Entre los objetivos concretos de la gran misión hispánica reservados al cine, ninguno más trascendental, ninguno de necesidad más inmediata y apremiante que el de conservar la pureza del idioma castellano en todos los ámbitos del imperio hispano», decía la revista Primer Plano, en su edición del 5 de septiembre de 1941, según recoge el historiador Román Gubern en su excelente trabajo de Un cine para el cadalso.

Es sabido que la medida perjudicó notablemente al cine español, aunque no sólo a él. También las películas extranjeras se vieron adulteradas en su pureza original al recibir voces que no correspondían a las de los protagonistas, recibiendo como complemento un más eficaz medio de censura que está en la memoria de todos. Baste recordar el famosísimo caso de Mogambo, donde un matrimonio era convertido en pareja de hermanos para impedir el adulterio; El puente de Waterloo, donde una prostituta se traducía a actriz, o Arco de Triunfo, donde Ingrid Bergman pronunciaba un castellanísimo «sí» mientras movía negativamente la cabeza. Fueron muchos los títulos tergiversados por el doblaje, incluso hasta muy recientemente. La censura no descansó jamás y aún está por ver si el caso de El crimen de Cuenca será un hecho aislado provocado por la precipitación de funcionarios proyectores de la cultura, tal como reza el ministerio para el que trabajan, o, por el contrario, el primer paso de una cadena imparable.

La polémica en torno al doblaje es ya antigua y, como se ve, el afán de hacerlo desaparecer no ha estado exento de razón. Más bien al contrario. No obstante, una eliminación radical del doblaje situaría al público cinematográfico español en una difícil tesitura. Si desde los cuarenta es habitual en las pantallas españolas, obvio es que existe un público acostumbrado a él, un público que no ha atravesado jamás las puertas de las salas de «arte y ensayo», o como se llamen ahora, ni está seguramente dispuesto a esforzarse, de la noche a la mañana, en leer letreros inesperados.

Estamos naturalmente hartos de la colonización cultural extranjera. Tenemos razón cuando protestamos por la muerte de nuestro cine y la consiguiente de libertad de importación de títulos foráneos. Estamos cansados de conocer tanto y tanto detalle sobre las características de cualquier habitante de cualquier escondido rincón de Estados Unidos e ignorar, como contrapartida, las vicisitudes de nuestros paisanos. Pero ello no tiene tanto que ver con el doblaje. Creo que hay que buscar soluciones a la provocada impotencia del cine español por caminos distintos. El público, en definitiva, tiene derechos adquiridos, y cualquier medida que le impida acceder, como hasta ahora, al conocimiento del cine extranjero (que también nos imperto, claro está, aunque no en la proporción en que lo consumimos) puede acarrear su dimisión de las salas cinematográficas, con lo que, en definitiva, también el cine español se vería perjudicado.

En otros países de civilización democrática más antigua y quizá más real existe la posibilidad de elegir la misma película en versión original o doblada (lo que en España, por mor de las licencias de importación, no es aún posible). Gradualmente, por tanto, quizá pudiera llegarse a la adulta situación de que los propios espectadores eligieran o no los subtítulos. Pero no por decretos-leyes, no por decisiones unilaterales, que son precisamente los que desde hace años han impedido la existencia de un cine español continuado, maduro y rentable. Desgraciadamente es más que probable que quienes tienen capacidad resolutiva sobre el cine español encuentren antes soluciones brillantes, pero artificiosas, que las que realmente importan; es decir, las que afecten a la infraestructura económica de nuestro cine, a los posibles intereses creados y a una organización definitivamente sólida, no sujeta ya a caprichos y vaivenes tanto de funcionarios como de quienes creen ver continuamente amenazados sus importantes intereses en nuestro país; soluciones estas que precisan de mayor rigor y no pueden orientarse, por tanto, en un atentado contra el público. Parece peligroso destruir de sopetón las características culturales del cine que vemos en España, por mucho que el origen de las mismas se encuentre en disposiciones dictadas por una ideología trasnochada y grotesca.

Diego Galán

13-04-1980 – Actores de doblaje reconocen en un reportaje que su trabajo fue utilizado para censurar durante la dictadura franquista

El 13.04.1980 se publicó el reportaje «Doblaje. La cara oculta del cine».

En un reportaje realizado por el periodista Lluís Bonet Mojica

 El reportaje de D. Lluís Bonet Mojica fue el primer gran reportaje periodístico sobre el doblaje en el que se entrevistaba a actores de doblaje, dado que hasta ese momento muchos de ellos defendían que no se debían conocer sus identidades por motivos profesionales.

 D. José Luis Martínez Sansalvador: «La palabra mágica era ‘aligerar’, te decían ‘aligerar beso’, ‘aligerar abrazo’… incluso se notaba un salto en la imagen. Ahora lamento no haber guardado las hojas de censura. Pero claro, entonces te pensabas que aquello iba a durar toda la vida y no se nos ocurrió archivarlas. ¡Menudo libro saldría de allí! Había muchas palabras tabúes y se jugaba al eufemismo. Sentían especial predilección por lo de ‘una mujer de vida airada’. Ni un sol taco. Ahora ya podemos acercarnos a las formas coloquiales, aunque en algunas películas también se pasan en esto de las palabrotas’.

 Dña. Carmen Robles: «A los personajes de ‘Mogambo’ me los convirtieron en hermanos. Y había un momento en que el botones les acompañaba a la habitación del hotel y allí sólo se veía una cama de matrimonio. «Pero ¿vamos a dormir aquí?» preguntaba Grace Kelly, «No. Yo dormiré en la mecedora». Todo esto te lo mandaban escrito. Nosotros eramos simples ejecutores».

 D. Fernando Ulloa: «En una película que yo doblé, James Stewart estaba en un parque con Doris Day, y ella le decía ‘dame un beso’. Pues rectificaron la frase y Doris Day exclamaba ‘atrévete’. Lo cual era mucho más o pornográfico que solicitar un beso, porque un hombre puede atreverse a muchas cosas».

 D. Miguel Ángel Valdivieso: «En una película de Joan Crawford, allá por los años cuarenta, a un cura lo hicimos cartero. El sacerdote iba a casa de Joan Crawford a entregarle una carta y mantenía un diálogo con ella. La censura opinó que el diálogo era impropio de un cura, así que lo convirtieron en cartero porque entregaba una carta. ¡Pero era muy divertido ver a un cartero con alzacuellos!»

 

20-10-1967: Reportaje de Luis Aguilar elogioso sobre el doblaje: «El doblaje español es perfecto»

 El reportaje íntegro:

Las Voces prestadas: Una semana es suficiente para doblar una película

La aparición del sonoro en la industria cinematográfica fue una conmoción que hizo tambalear sobre su base el prestigio de las estrellas más cotizadas: Gloria Swanson, Clara Bow, John Gilbert y muchos otros astros de gloria fabulosa en aquel instante fueron derribados de golpe y porrazo, porque el micrófono – que acaba de hacer su aparición en los estudios de rodaje – puso de relieve que sus voces no eran agradables. A partir de entonces, una estrella de la pantalla tenía que ser fotogénica y, además – esto era lo nuevo – fonogénica. Caso contrario, podía despedirse de la fama y la fortuna.

En un principio, las grandes productoras idearon y pusieron en práctica un procedimiento bien costoso, pero inevitable en aquellas circunstancias: realizar dos versiones de cada película importante, una en inglés y otra en castellano, con lo que se afianzaba la asistencia al cine de los dos mayores grupos de habitantes de la tierra, los que se expresan en el idioma de Shakespeare y lso que lo hacen en el idioma de Cervantes. Fueron los años en que Joinville (Francia), primero, y Holywood, después, se vieron invadidos por artistas hispanos – Imperio Argentina, Pepe Nieto, Catalina Bárcena, Ana María Custodio, Rafael Rivelles, Conchita Montenegro, Valentín Parera, Rosita Moreno, Miguel LIgero, Juan de Landa, Ernesto Vilches y tantos otros – que rodaban la versión española de los fils en ingles.

Y todo siguió de acuerdo con este sistema hasta que el doblaje hizo su aparición.

 Durante la prensa franquista hubo numerosos artículos de elogio al doblaje de las películas. 

Primeros Estudios de doblaje

La técnica del doblaje se inició en París allá por 1933. Y el procedimiento, de simplicidad técnica singular, adquiriró carta de naturaleza casi inmediatamente, ya que para el público suponía una mayor facilidad el ver la película sin necesidad de tener que leer de prisa y corriendo los subtítulos en castellano que aparecían en las escenas, y para las firmas producoras suponía asimismo un ahorro considerable el limitar su actividad a una sola versión de cada film.

El nombre del italiano Ugo Donarelli estará vinculado siempre en el recuerdo a las tareas de doblaje que se llevaron a cabo en España poco antes de nuestra guerra. Él fue quien supo llevar la técnica del doblaje en su primera etapa de perfeccionamiento, quien no vaciló en contratar actores profesionales para que ‘prestaran’ sus voces a los astros del celuloide y quien, en suma, adivinó en el nuevo recurso técnico del cine un arma poderosísima para ahondar aún más su ya profundo poder de captación sobre los públicos, que sólo así podían salvar cómodamente la barrera del idioma.

El Doblaje Español Actual es perfecto

El espectador ignora por completo identidad de las voces que oye en labios de sus artistas cinematográficos. Cuando ‘oye’ a Tony Curtis, Anthony Perkins, Jerry Lewis o Richard Burton (en Cleopatra), no sabe que oye de verdad la voz de un actor que se llama Francisco Valladares, tan excelente y capaz que consigue doblar a la perfección acores de estilos tan dispares como los que acabamos de citar. Francisco Sánchez es otro de los veteranos de esta actividad complementaria del cine. Ha doblado a Charles Laugthon, Charles Boyer, Anthony Quinn, Cary Grant y Gary Cooper, entre otros ‘grandes’ de Hollywood. Ángel María Baltanás ‘habla’ por Paul Newman, Vittorio Gassman y Marlon BRando, uno de los intérpretes más difíciles – este último – de doblar, por cuanto es de una inexpresividad extraordinaria.

Sólo en ocasiones los actores del doblaje alcanzan el honor de que sus nombres figuren en el reparto tan destacados como los propios intérpretes que doblan. Y ha ocurrido así, por ejemplo, cuando Fernando Rey ‘dobló’ a Lawrence Olivier en ‘Hamlet’, ‘Ricardo III’ y ‘Enrique V’ sus grandes personajes shakespearianos . U le sucedió igualmente a la simpática actriz radiofónica Matilde Vilariño, especializada en niños ante el micro de Radio Madrid, cuando dobló el personaje infantil de Pepino en ‘Pepino y Violeta’.

Por lo general, los nombres de los artistas anónimas que prestan sus voces a las estrellas del celuloide permanecen desconocidos.

La Actriz que dobló a Greta Garbo y su contrato

La inolvidable sueca, considerar junto con Charlot como ‘genios’ auténticos y únicos de la historia del séptimo arte, gozó por imperativo de su productora del privilegio de disponer de una voz de doblaje para ella sola. Así se especifiaba en el contrato. Y durante los diez años largos de vigencia de su carrera artística – los años de ‘El Velo Pintad’, ‘Gran Hotel’, ‘Cómo tú me deseas’, ‘Ana Karenina’, ‘María Walewska’, ‘Ninotchska’, etc – fue aquella voz femenina cuidadosamente seleccionada, tras durísimas y exhaustivas pruebas, la que constituyó – para los oídos del espectador español – un atractivo más y poderoso que añadir a las cualidades interpretativas de la ‘Divina’.

La voz española de Greta Garbo – voz un tanto dura, honda, grave, de riqueza singular de matices expresivos – fue una de las mejores voces del doblaje español, este recurso providencial surgido cuando el cine rompió a hablar y sin el cual, evidentemente, el cine se hubiera quedado a mitad de camino en su captación del interés de los espectadores.

Hoy, las figuras del doblaje, si están contratadas eventualmente, cobran 3.500 pesetas a la semana, y 1.000 menos si forman parte de la plantilla fija del estudio. Poco dinero, en verdad, si se iene en cuenta el esfuerzo extraordinario de estos profesionales, que acaban quemándose la vista, por tener delante, a muy poca distancia, una pantalla de tamaño natural, para captar al segundo el movimiento de los labios del astro al que están doblando. La inmensa mayoría de los artistas de doblaje se ven obligados a usar gafas al poco tiempo de dedicarse a esta actividad.
Un sacrificio más – que a veces hubiera sido innecesario de escoger otra labor – y que no cuenta a la hora de apreciar y estimar la labor anónima de estos nombres y mujeres cuyas voces – no sus rostros – son familiares a millones de españoles.

Luis Aguilar

26-03-1944 : La prensa del régimen elogia la ‘labor patriótica’ del doblaje en España

  UTILIDAD Y CONVENIENCIA DEL BUEN DOBLAJE EN ESPAÑOL –

Reportaje insertado en la prensa el 25-3-1944 por encargo del falangista Luis de Galinsoga.

Un estimable factor cultural y educativo

Como ya es sabido, uno de los temas cinematográficos que en estos últimos tiempos ha levantado mayor polvareda en el campo de la controversia es el que se refiere a la cuestión del doblaje en español de las películas importadas del extranjero. Tema éste siempre interesante y actual, pues a nadie puede ocultársele la importancia que, tanto en su aspecto económico como en su perfil espiritual, dicho problema encierra para nuestra industria cinematográfica. No es extraño, por tanto, que en torno al mismo se hayan cruzado y entrecruzado diversos criterios y opniones y hayan emitido su dictamen favorable o desfavorable autorizadas voces, todas, desde luego, igualmente aleccionadoras y respetables.

Ya en anterior ocasión señalábamos nuestra posición respecto a tan debatido asunto. Entonces, lo mismo que ahora, nos inclinábamos abiertamente por el doblaje de la producción sonorizada, en idioma extranjero al nuestro (es obvio que las cintas realizadas en Hispanoamérica no necesitan de doblaje alguno). Pero claro está que al entender el doblaje en el cine, nos referimos siempre, de un modo concreto al doblaje correctamente bien hecho, que es, naturalmente, el último admisible y, por lo tanto, plausible. Porque en ese caso, el doblaje tiene, a nuestro modesto entender, un mérito, cuando menos, y algunas ventajas.

El mérito de una labor inteligente que, si quiere salir triunfante en su cometido, ha de superar necesariamente los obstáculos que ha de oponerle una empresa llena de dificultades y responsabilidad, y la ventaja primordial de facilitar el camino a un extenso sector del público español – singularmente al público de las zonas rurales – para hacer más apta y comprensiva a su inteligencia la historia cinematográfica que en la pantalla se le ofrece, y al mismo tiempo, aleccionarle – insistimos en que el doblaje sólo puede y debe hacerse de una manera: de riguroso acuerdo con los ánones de la gramática española – sobre el correcto uso, empleo y definición de las distintas voces de nuestro idioma en su manifestación verbal. Y en ese último aspecto, la lección del cine hablado, cuando es exponente del bien decir, puede también ser sumamente provechosa a muchos públicos que no son, desde luego, rurales.

Misión y deber de nuestro cine: Producir más y mejor

He ahí, pues, la utilidad, el interés y el valor patriótico que encierra el doblaje cinematográfico honradamente realizado. Se ha argüido para combatirle, el argumento acomodaticio y artificioso, de que la película extranjera doblada en español perjudicaba a nuestra producción cinematográfica. No creemos en la sinceridad de esta afirmación. Y no creemos por dos motivos. Primero, porque es cosa comprobada y vista en infinidad de casos que cuando una película extranjera es mediocra o francamente mala – y esta temproada hemos visto bastantes – el público deserta rápidamente de la sala donde se proyecta, y la cinta permanece pocos días en el cartel; y segudo, porque si se admitise como realidad indiscutible esa competencia negativa para nuestra producción, ello equivaldría a admitir tácitamente y con una sumisión fatalista de resignación e impotencia, la superioridad de lo extranjero sobre lo nuestro. Y esto, nosotros, como españoles, no podemos creerlo ni aceptarlo como un hecho definitivoe insuperable.

Ante esa última contingencia, el remedio está bien al alcance de nuestra mano: producir más y sobre todo mejor. Producir películas como ‘Raza’ o como ‘El escándalo’ o como ‘Orosia’ o como ‘Huella de luz’ respondan a una feliz realidad de buen cine, de cine auténtico y rotundo donde la valoración de sus méritos intrínsecos y de sus calidades estéticas, al ser exponente de una perfección técnica ya lograda, nos permita la satisfacción y el orgullo de poder presentar nuestras películas ante propios y extraños sin timideces, sin inquietudes, sin vacilaciones, con la seguridad y la confianza y también la justa alegría, que proporciona el saber que nuestro esfuerzo y nuestro afán no han sido estériles, sino que han sido mucho más: el triunfo de la buena voluntad y, con él, la victoria de la obra bien hecha.La labor y la voz de las más destacadas figuras del doblaje

No queremos terminar este sucinto reporte sobre el doblaje sin señalar como nota curiosa, uno de sus más interesantes ángulos en el campo puramente profesional, donde la técnica y el arte han de aunarse en inteligente competición, para alcanzar los efectos y la perfección apetecidos. Nos referimos a los artistas españoles encargados de ‘prestar’ su voz a los personajes extranjeros que doblan. Sabido es el cuidado con que en nuestros Estudios de doblaje se ha procurado seleccionar las voces de los profesionales del doblaje para adaptarlas lo más exactamente posible a la voz, e incluso a la propia personalidad artística de la figura traducida. Labor ésta, sin duda alguna, difícil y compleja, pero en la que justo es reconocer que se han conseguido resultados – si no en todas, como fuera de desear, sí en gran número de cintas – verdaderamente halagüeños y prometedores de una absoluta o casi absoluta perfección para un mañana muy próximo. Y en este aspecto, siempre ha de ser interesante para el lector saber quiénes son los artistas nuestros cuya palabra es la que oímos luego, sentados frente a la pantalla, ‘pronunciada’ – la ilusión es, a veces, completa – por el fino alambique de la técnica del ‘doblaje’. He aquí, pues, algunos nombres destacados en ese mundo frecuentemente anónimo y, sin embargo, tan interesante y meritoria de nuestras ‘estrellas’ de doblaje.

(Retratos de actores de doblaje de 1944 recogidos en el reportaje)

A Mickel Rooney le ‘traduce’ una señorita

La ‘voz’ de Greta Garbo, Marlene Dietrich y Kay Francis ha sido, hasta ahora, la de Margarita Robles, y también, en lo que respecta a la primera, la de María Bassó; las actrices Mirna Loy y Martha Rayne han sido dobladas por Joefina de Luna; a Diana Durbin la ha doblado nuestra gentil Marta Santaolla; Irene Dunne y Bárbara Stanwyck han sido dobladas por Leonor Fábregas; también la mencionada Mirna Loy ha sido doblada por Carmen Morando, dándose el caso singularísimo de que a Mickey lo ha ‘traducido’ una voz femeninda, la de la señorita María Victoria Udaeta. A Charles Boyer le han doblado Rafael Luis Calvo y José María Ovies; Laurence Olivier, Gary Cooper y Clark Gable lo han sido por Rafael Luis Calvo: Ronald Colman, por José María Ovies; Bud Abbott y William Powell, por Rafael Navarro; Lou Costello, por José Casím y Robert Taylor, por Alejandro Ulloa.

Nombres populares en nuestras pantallas

Algunas de estas voces de los artistas ‘dobladores’ corresponden a nombres consagrados por el aplauso popular en nuestras pantallas. Tales, entre otros, los de Marta Santaolalla, Margarita Robles, Alejandro Ulloa y Alejandro Nolia.

Una de las voces que más difusión han alcanzado últimamente ha sido la de José María Ovies, que en una pelicula española reciente ‘La boda de Quinita Flores’, interpreta un interesante papel: el del simpático y parlanchín fraile de la recoleta ermita del pueblecito andaluz. José María Ovies ha doblado con ajustada entonación y dicción a Charles Boyer y Ronald Colman, en películas recientemente estrenadas. Otra voz que el doblaje ha popularizado rápidamente es la del notable actor de nuestra escena teatral y también de nuestra pantalla cinematográfica Ramón Martori, quien hasta ahora ha venido doblando a Lewis Stone en su magnífica interpretación del ‘juez Harvey’, de la famosa serei cinematográfica de la familia ‘Harvey’ (excepción hecha de la última estrenada de dicha serie: Andrés Harvey, tenorio).

Una tarea ardua y delicada

Como antes hemos señalado, no es empresa fácil, ni mucho menos, la de doblar a las primeras figuras de las cintas extranjeras que llegan a nuestro mercado. Es una labor minuciosa y con frecuencia penosa. El artista que, encerrado en la cabina de doblaje, tiene que ir ‘traduciendo’ verbalmente al personaje que le corresponde doblar, ha de procurar mover sus labios al únisono de este, de modo que la palabra pronunciada en español se ajuste lo más exactamente posible al movimiento natural que en los labios del artista extranjero tiene la misma voz u otra análaga dicha en idioma extraño al nuestro: Y esto, desde luego, es una tarea dificilísima, que exige el esfuerzo, la intelgiencia y el tesón no sólo del artista encargado directamente del doblaje verbal, sino igualmente de la persona que tiene a su cuidado la traducción y adaptación de los distintos diálogos del film, que es preciso pulir y ajustar rigurosamente a las exigencias ineludibles del gesto y de la expresión de la figura doblada.

Películas dobladas directamente en idioma extranjero

Como detalle curioso e interesante citaremos finalmente el hecho de que en la actualidad y debido a las crecientes dificultades por que atraviesan diversos países a consecuencia de la prolongación del conflicto bélico, algunas películas extranjeras – americanas en su mayor parte – destinadas a surtir el mercado francés son dobladas directamente en nuestros Estudios en la lengua de Moliere por artistas franceses que se hallan con tal objeto en nuestra ciudad.

Y esos son, en suma, algunos de los aspectos que, tanto en el campo profesional como en el de una mayor difusión de la cultura popular, ofrece la labor de los Estudios españoles consagrados al doblaje de películas, labor que si ya en estos momentos resula por tantos conceptos provechosa e interesante, no es preciso poner de relieve los beneficios que, sabia y patrióticamente orientada, puede todavía rendir conforme vaya alcanzando la cima del perfecionamiento tecnico, del a que ciertamente está ya muy próxima.

F. González Serra

28-10-1934 – CINEGRAMAS: Fono España y Hugo Donarelli

 Con la aparición del cine hablado surgió la dificultad para la proyección de las producciones cinematográficas: la del lenguaje. No podía esperarse que el público de los años 30 aprendiera varios idiomas para concurrir a ese espectáculo eminentemente popular. Para subsanar tal inconveniente se creó el doblaje.

Bajo un complejísimo sistema en óptico (directamente se grababa al fotográfico) se crearon en España empresas para dedicarse a esa nueva industria y al poco tiempo se consolidó en nuestro país la Fono España que aseguraba que podía realizar doblajes que pudieran confundirse – «tal era su perfección (sic)» – con producciones directas en español. El director de la compañía es el italiano D. Hugo Donarelli.

 El Sr. Donarelli protagonizó varios reportajes en publicaciones especializadas en cine.

LOS PRIMEROS DIRECTORES DE DOBLAJE EN CASTELLANO EN ESPAÑA:

Junto con D. Hugo Donarelli, los primeros directores de doblaje en España son Dña. Irene Guerrero de Luna, Dña. María Luisa Freisner, D. Francisco Moret de la Torre, Dña. Marta Fábregas, D. José María Ovies, D. Julio Alimán y D. Juan León Córdoba.